La primera vez que vi la imagen de un shar-pei tenía unos siete años. En aquel momento quedé fascinado por esa cantidad de arrugas y ese hocico tan carnoso. Insistí a mis padres para que nos compráramos uno, sin embargo, a pesar de haberme criado desde bien pequeño con todo tipo de animales, en casa sólo había sitio para perros de caza. No fue hasta el verano en que cumplí los 17 cuando conseguí mi primera perrita como regalo de buenas notas.
Me dieron total libertad para escoger el ejemplar que quisiera. Por aquel entonces me gustaba mucho una camada de buenos ejemplares de exposición de un criadero del que estaba enamorado. Sin embargo la camada nacería en octubre y no quería esperar tanto porque tenía intención de adiestrar al cachorro durante el verano, así que decidí buscar por internet anuncios de particulares. Finalmente escogí una hembra de color crema brushcoat cuya dueña me aseguraba que cumplía el estándar y que sí me valdría para exposición aunque sus padres nunca habían participado.
Cuando mi madre vino con la perrita que la “criadora” le había entregado me puse como loco a inspeccionarla y observé que tenía los dos espolones traseros (primera decepción) pero como se supone que no era eliminatorio y ya estaba muy ilusionado decidí quedármela.
Ahora esa perra, que se llama Shayuri, es la mejor perra de casa que jamás hemos tenido: tranquila, buena, nunca ha mordido nada ni se ha hecho pis en casa. Sin embargo la he tenido que operar de entropión y ha resultado ser una mini-pei. No me arrepiento de haberla comprado porque es una perra extraordinaria, pero he aprendido la lección y no volveré a comprar un ejemplar a un particular que además no ofrezca algunas garantías.
Después el 8 de diciembre de 2010 nació una camada que llevaba esperando desde hacía un año y medio de dos reproductores chocolates (es mi color favorito de la raza). La criadora Marta Jiménez Pérez, con quien me une una gran amistad, me entregó exactamente la hembra que estaba buscando: una hembra chocolate horsecoat con una cabeza importante. Me ofreció una gran cantidad de garantías bajo contrato y hasta el momento Godiva, que así se llama la peque, está perfectamente sana, con los ojos sin un atisbo de entropión y muy feliz.
Así que el primer consejo que os doy a través de la experiencia es que cuando adquiráis un cachorro de este o cualquier otra raza lo hagáis de criadores profesionales, con un código ético de cría y con garantías. No siempre los animales estarán perfectamente sanos, pero la genética es caprichosa en ocasiones y eso no tiene por qué ser culpa del criador, pero cuantas más seguridades mejor.
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